miércoles, 6 de marzo de 2013

Y suenan las trompetas

Mientras me resguardo de los desagradables sonidos que unas reformas de las estrechas aceras de Melilla me taladran los pensamientos, intento escribir una nueva entrada fruto de la desesperación de tan ingente cantidad de des-información que no deja de fluir por la red de redes.

Pero cuán grande es mi sorpresa (nula) al sentarme frente a la pantalla, que tras ésta medio centenar de personas (y son muy pocas) desfilan soplando, golpeando y cantando al ritmo de la decadencia de un país que se divide con cada frecuencia que mis martillos, entre otros, amplifican. Más de medio centenar, bajo el sol, dando vueltas en una explanada más rígida que las órdenes que reciben y con las salidas en estado contrario a las que una vez les ofertaron. ¡La comunidad educativa necesita a esos hombres! ¡Los servicios de salud reclaman ayuda! ¡La administración judicial requiere de su compromiso! Y posiblemente la lista nunca acabaría bajo las demandas de los ciudadanos por construir una sociedad y no una doble comunidad.

Es difícil siquiera intentar concentrarse sin el silencio que una mente necesita para descansar, con el estruendo de una melodía aborrecida, repetitiva y repetida sin fin, como si de un bucle de una mala programación hubiese saltado ocupando la mayor parte de la capacidad de proceso, poniendo en peligro la estabilidad de todo el sistema. ¡Por favor, paren esas trompetas dueñas de las conciencias que deambulan por los canales de televisión! Poseemos las herramientas necesarias para mitigar, restablecer y construir el sistema operativo libre y bajo licencia humanity coming.

¡Basta ya!




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