viernes, 8 de marzo de 2013

Pelotas

Otro día más, y van ya cientos de ellos, en los que mi despertar va acompañado del estridente sonido del viento y la percusión pública. Hasta aquí todo es normal, pero de repente un silencio, empiezan a llegarme las notas de un tema de Radiohead que la radio continúa emitiendo.  ¿Habrán acabado por hoy después de docenas de cuadrillas con más ritmo que las trompetas, disparos al viento y cantares desentonados?

No, aún no ha acabado. Ahora es cuando empieza...cuando tengo que pestañear repetidamente para asegurarme de que no es una ilusión. Son siluetas de una estatura de aproximadamente un tercio de las habituales bajo el símbolo de infinito dibujado por las puntas de los mástiles de las banderas a tres rayas que ellos mismos portan. ¿Qué es lo que están haciendo ahí? ¿Qué charlas les darán para contradecir el camino hacia la paz perpetua?

El sinsentido que veo a mi alrededor, inculcado en las generaciones futuras que aún no han huido. ¡Estupendo! No solo tenemos a los medios españoles monopolizando los intereses de quien afloja números macabros y aprieta vidas numéricas, ya está la propia población lo bastante vacunada contra el criterio como para que sigan ellos solos pasando la pelota, a todas luces es un balón de la capa más fina jamás vista y rellena a presión del más flatulento de los posibles atentados a la razón y la humanidad.

¡Basta de corrupción! ¡Basta de parodias paranormales! ¡Basta ya!

miércoles, 6 de marzo de 2013

Y suenan las trompetas

Mientras me resguardo de los desagradables sonidos que unas reformas de las estrechas aceras de Melilla me taladran los pensamientos, intento escribir una nueva entrada fruto de la desesperación de tan ingente cantidad de des-información que no deja de fluir por la red de redes.

Pero cuán grande es mi sorpresa (nula) al sentarme frente a la pantalla, que tras ésta medio centenar de personas (y son muy pocas) desfilan soplando, golpeando y cantando al ritmo de la decadencia de un país que se divide con cada frecuencia que mis martillos, entre otros, amplifican. Más de medio centenar, bajo el sol, dando vueltas en una explanada más rígida que las órdenes que reciben y con las salidas en estado contrario a las que una vez les ofertaron. ¡La comunidad educativa necesita a esos hombres! ¡Los servicios de salud reclaman ayuda! ¡La administración judicial requiere de su compromiso! Y posiblemente la lista nunca acabaría bajo las demandas de los ciudadanos por construir una sociedad y no una doble comunidad.

Es difícil siquiera intentar concentrarse sin el silencio que una mente necesita para descansar, con el estruendo de una melodía aborrecida, repetitiva y repetida sin fin, como si de un bucle de una mala programación hubiese saltado ocupando la mayor parte de la capacidad de proceso, poniendo en peligro la estabilidad de todo el sistema. ¡Por favor, paren esas trompetas dueñas de las conciencias que deambulan por los canales de televisión! Poseemos las herramientas necesarias para mitigar, restablecer y construir el sistema operativo libre y bajo licencia humanity coming.

¡Basta ya!